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El Parto velado de Silvia

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La historia de parto

Los partos no suelen ser algo bonito, hay dolor, miedo, gritos, sangre, sudor... Más aún si suceden en una sala fría, con luz blanca y llena de gente como suelen ser los paritorios de un hospital. Me refiero a bonito como algo visual, claro, el concepto en sí del nacimiento sí que lo es.

Silvia me despertó sobre las 7 de la mañana, me dijo al oído “creo que estamos de parto”. Nos habíamos estado preparando durante meses para este día con una movida que se llama hipnoparto. Suena jipi, incluso esotérico, lo sé, pero en realidad no lo es, no iría conmigo. Pasamos la mañana en casa poniendo en práctica todo lo que habíamos aprendido sobre la dilatación y escuchando una playlist que habíamos ido haciendo durante el embarazo con canciones que le poníamos a Bruno estando en el vientre de su mamá. Intentamos crear un ambiente íntimo y cómodo con velas, incienso...  Incluso llegó un momento en el que decidimos darnos una ducha relajante juntos, puede que sea la ducha más larga y placentera que nos hayamos dado nunca. Suena loco decidir algo así a punto de parir, pero qué bien nos sentó, y oye, que por lo visto, el agua caliente ayuda mucho a la dilatación, y además, es lo más romántico que recuerdo haber hecho jamás.  


Al poco llegó Ana @matronasalrescate a casa (suerte de tener una matrona en la familia) que nos estuvo guiando y además sería la encargada de decirnos el momento de salir para el hospital, que lo teníamos a 50 minutos de casa. La mañana se esfumó volando, a las 14:09 mandé un mensaje a nuestros padres diciendo que salíamos para el hospital. En el hall del hospital, Silvia aseguraba que notaba la cabeza del bebé fuera, así que sin tiempo de hacer una PCR ni nada, la montaron en una silla de ruedas y la subieron a paritorio, tirando su ropa por los pasillos. Todo el mundo corría, y yo no sabía qué hacer en ese momento, dónde ponerme, qué decir. Me quedé al lado de ella, todo el tiempo, intentando ser útil si era necesario. Mientras tanto, Ana se colaba en un hospital que no era el suyo para asistir el parto de Bruno, que nació a las 14:35 de manera totalmente natural, con la bolsa sin romper (parto velado le llaman), y su mamá en una postura poco habitual, de lado. Las matronas del hospital hicieron algún vídeo porque estaban flipando y yo, con lo que flipaba de verdad, es con la fortaleza de Silvia (y de las mujeres en general, claro), Creo que no hay nada, absolutamente nada, que un hombre pueda hacer o vivir que se asemeje a un parto. 

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