La historia de parto
El nacimiento de Quim
Tuve un embarazo maravilloso hasta la ecografía del tercer trimestre, la cual decidimos hacer porque en la segunda ecografía nos habían comentado que la placenta estaba baja y que eso dificultaba un parto fisiológico. En esta última eco, pudimos comprobar que la placenta estaba en su lugar, aunque fue un punto de inflexión para el resto de embarazo porque nos pusieron la etiqueta de bebé PEG y empezaron las intervenciones en cascada (ecografías, analíticas, pruebas diversas...).
En este punto empecé a angustiarme porque a pesar de sentir que todo iba bien y de recibir los resultados de las pruebas dentro de la normalidad, el mensaje que recibíamos de la gran mayoría de los profesionales que nos atendían era el de intervención. De hecho, la recomendación médica fue la inducción (a la que nos negamos en repetidas ocasiones).
Para poder hacer frente a esta situación nos fueron genial las herramientas de Hipnoparto: método BRAIN, audios, visualizaciones... y también el grupo de compañeras y acompañamiento de Paula, que nos ayudaron a mantener y defender nuestra posición con evidencia científica.
El 24 de septiembre, embarazada de 40+2 semanas, me levanté a las 3h con contracciones leves. Llevaba unos días con esta misma rutina, que se paraba al cabo de unas horas, y me levanté pensando en que también se calmarían.
Realicé la rutina habitual (ejercicios de suelo pélvico, pelota de pilates, música...) y en esta ocasión las contracciones seguían e iban ganando intensidad. Comencé a utilizar el contador de olas.
Estuve así hasta las 6h cuando rompí aguas, y me pegué una ducha y mientras continuaba la dilatación en casa. Durante el trabajo de parto mi pareja se encargó de mejorar el ambiente, darme de comer y beber, masajes, etc a la vez que acababa de preparar todos los detalles logísticos.
Seguimos así hasta las 8.30h, momento en el que llamamos al taxi. El ritmo de la respiración, las vocalizaciones y todo lo que aprendimos juntos en el curso guiaban a mi pareja y yo, que ya me encontraba en el planeta parto, confiaba plenamente en él, en mí y en mi bebé.
Llegamos al hospital hacia las 9h y estaba dilatada de 9cm. Me preguntaron si quería vía y/o epidural y rechazamos ambas. Me ofrecieron la bañera, la cual acepté y comenzaron a llenarla, mientras yo seguía en la sala de partos con luz tenue, pelota y respiraciones. Empezó la fase descendente y no me apeteció entrar a la bañera. Sólo necesitaba las caricias y palabras de mi pareja, que estuvo increíble.
Durante todo el proceso, la matrona estaba allí, observando pero sin interferir, y en momentos concretos dándonos apoyo y alternativas.
Cuando nació el peque, esperamos a que el cordón dejase de latir para cortarlo, y esperamos al alumbramiento (también fisiológico) de la placenta.
Fue una experiencia amorosa, muy respetada e increíblemente empoderadora.
Estoy muy orgullosa de habernos mantenido firmes en la decisión de no intervenir el parto, de la formación e información recibida en tándem y que nos a ayudado a mantener nuestro punto de vista.
Además, el haber realizado el curso juntos fue fundamental para comunicar nuestras preferencias, informarnos y aprender juntos. Este proceso nos permitió mejorar la confianza entre ambos y asegurar el apoyo y soporte adecuado de la persona acompañante en todo el proceso de embarazo y parto.
Me hace muy feliz el haber conseguido el parto de mis sueños y de la suerte de acompañante que tengo en la vida, que sin su apoyo y cariño nuestro bebé es posible que no hubiera llegado de una manera tan maravillosa a este lado de la piel.
Gracias infinitas ❤️
Erobe